Escuela en el hogar, una opción diferente para educar


El salón de clases de Sofía es el comedor de su casa, sus maestros son sus papás. Son las ocho de la noche de un jueves de septiembre y llega de sus clases de danza. Inmediatamente se pone a pintar de color café la canasta con la que practica el trenzado con periódico y otros materiales reciclados. Este año sus clases están enfocadas al arte y los idiomas. 
Sofía tiene ocho años y no va a la escuela “normal” desde hace dos pero, afirman sus papás, aprende mucho más en casa que los niños que cursan el “ineficiente” sistema de enseñanza de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
—No necesariamente debes tener un pizarrón. Lo importante es que ellos encuentren solos cuál es el concepto de las cosas. Nosotros vamos sobre proyectos, problemas, aprendizaje, lógica, ser, hacer, ver—, detalla Fernanda, mientras su hija continúa pintando la manualidad que ella misma buscó cómo hacer.
 Hace dos años Sofía asistía a la primaria como todos los niños. Desde marzo hasta julio de 2014 formó parte de las 105 víctimas de bullying en educación básica del estado, según los datos de la Secretaría de Educación de Coahuila (Sedu). A pesar de que la pequeña le dijo a su maestra eque sus compañeros la molestaban solo le recomendó cambiarse de amistades o jugar con otros niños.
Durante los primeros meses Fernanda no se explicaba por qué las calificaciones de su hija ya no eran de 10. Tampoco entendía por qué desde marzo no quería ir a la escuela. Pero un día la encontró llorando en su salón, fue entonces que la niña le confesó lo que desde cuatro meses atrás sufría: sus compañeros la molestaban, incluso en la hora del receso. 
—Maltrataron a mi hija, le hicieron bullying y fue el punto de explosión donde dijimos: ¿qué caso tiene estar en una escuela donde ni siquiera me avisaron? a pesar de que yo era parte del consejo directivo. Yo me la vivía adentro, yo apoyé a la escuela y apoyé a su salón todo un año—, relata.
Al darla de baja intentó elegir entre una larga lista de opciones de escuelas que, afirma, son lo mismo.
HOMESCHOOLING, ‘EL MEJOR
REGALO PARA NUESTRAS HIJAS’

Sofía ya no forma parte de las estadísticas de bullying en Coahuila; ahora lo es de la deserción escolar. Fue uno de los 6, mil 763 menores que en el ciclo 2013-2014 dejaron la primaria, según la Sedu, aunque oficialmente no existe registro que informe cuántos niños hacen la escuela en su casa. Tampoco tienen ningún tipo de orientación para los padres que deseen iniciar con este sistema que la SEP ignora en México.  
La niña se levanta a las 10 de la mañana. Tiende su cama, se baña, se cambia, le da de comer a su gato y desayuna. Porque el educar en casa, dice Fernanda, también consiste en enseñarles a los hijos a ser ordenados. Después se van a su salón, conformado por la mesa donde come la familia; el estante de los productos naturales que preparan y comercializan sus papás; las manualidades que hacen ella y su hermana Karla, de tres años, y decenas de libros. 
Sofía, una niña menudita y blanca, decide qué libros leer, qué cursos tomar y trabaja sobre los proyectos que planea. El negocio de sus papás le ayuda para practicar sus operaciones matemáticas. El aprendizaje para ella nunca termina. 
—Cuando hago inventarios ella hace operaciones matemáticas con los productos. Tiene aquí sus libros de los planetas, de literatura, de las partes del cuerpo. Y es ella quien nos pide que le compremos más—, cuenta la mamá homeschooler.
—Como padres el mejor regalo que estamos haciendo es que vivan, jueguen, disfruten, pero al mismo tiempo aprendan—, expresa Rodrigo la noche en que junto con Fernanda, su esposa, platica su experiencia. Ella especialista en  humanidades y las artes; él en matemáticas y sistemas.
En el homeschooling (estudiar en casa) los méritos los tiene el niño porque es él quien hace las cosas, expresa Fernanda. Y todo es con conocimientos vivenciales. 

ES MENTIRA QUE NO SE SOCIALIZA'
A las críticas de que al educar en casa se aísla, padres responden que no se afecta desarrollo social de sus hijos
Cuando los amigos de Sofía le preguntan por qué no va a la escuela, ella les contesta que “las princesas estudian en casa” y que aprende lo mismo, o más, que un niño que va a un salón de clases normal. 
Gracias al negocio de sus papás ha podido viajar, conocer lo que es trabajar y relacionarse con personas de todas las edades, incluso de otros países. 
—Que no conviven es completamente falso—, asegura Rodrigo.
Los padres homeschoolers frecuentemente organizan pláticas con especialistas de diferentes temas, donde todos los niños conviven. El más reciente se hizo el 6 de octubre, cuando un especialista de la mariposa monarca les dio una plática sobre el tema. 

LA CRÍTICA SOCIAL, EL PRINCIPAL PROBLEMA 
Fernanda recuerda cuando algunos trabajadores del DIF Saltillo tocaron la puerta de su casa. Iban dispuestos a quitarle a sus hijas porque alguien, nunca supieron quién, hizo un reporte anónimo para avisar que no llevaban a sus niñas a la escuela. 
—Nos dijeron que venían por las niñas. Los dejamos pasar, vieron cómo viven, platicaron con ellas. Nosotros les explicamos cómo trabajamos y al final terminaron disculpándose y se fueron—, rememora Rodrigo. 
La crítica social es el principal problema. Pero la gente recrimina sin conocer, pues hay mucha falta de información al respecto, opinan Rodrigo y Fernanda. Mónica Cepeda, quien es homeschooler de sus tres hijos desde hace cuatro años y quien les recomendó comenzar con este sistema, coincide con ellos. 
LA CERTIFICACIÓN DE LOS NIVELES DE EDUCACIÓN
Para Diego Barrera, el hijo mayor de Mónica, su salón es su recámara. Desde las siete de la mañana se levanta, se cambia y comienza con los ejercicios que le tocan durante el día. Se acomoda en la mesa blanca junto a su ventana y empieza a trabajar. 
El joven de 15 años cursa la preparatoria abierta en la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), pero hizo la secundaria en su casa. Obtuvo su certificado al integrarse a un programa del Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA), platica una mañana en el comedor de su hogar, donde están también sus dos hermanos (de 12 y ocho años) que continúan con el sistema de educación en casa. 
Mónica Cepeda ya no enseña a su hijo mayor, asegura que ahora es autodidacta. Pero sí se encarga de sus hijos Emilio y Adrián. Esta mañana les toca aprender de matemáticas. Porque así trabaja ella: cada día una materia diferente durante unas tres horas.
—Me di cuenta que en una escuela normal eran muchos niños para una sola maestra. Me empecé a cuestionar si en realidad estaban aprendiendo y yo supe, porque estudié educación y di clases, que quedaban lagunas de aprendizaje—, cuenta. 
Durante la mañana del martes hacen una pausa para platicar su experiencia. 
Emilio, de 12 años, platica que hace dos años se integró al programa 10-14 del IEEA, donde cursó 12 módulos y le dieron su certificado de primaria. Es la única manera en que los homeschoolers pueden obtener la certificación de los niveles de educación. Pero los programas del Instituto no están enfocados a este tipo de alumnos. Como la SEP, tampoco tienen cifras oficiales de niños que estudien en su casa. 
—Cuando fui a la secretaría a preguntar me dijeron que estaba loca, que debía meter a mis niños a la escuela. Pero no me supieron dar una respuesta de cómo obtener el certificado. Lo supe por otras mamás—, revela Mónica.
Desde hace tres años, en vez de disminuir, ha incrementado el número de niños que ingresan al programa 10-14 del IEEA, enfocado a personas de bajos recursos. Y desde hace unos tres años la población que atienden ha cambiado.
—Ahora vienen niños de estrato social alto y con papás que tienen buen nivel académico. Antes eran niños de escasos recursos—, asegura una maestra que ha trabajado durante 10 años en el programa.

LA PREPARACIÓN DE LOS PADRES
Hacer escuela en casa es un gran compromiso, aseveran los padres entrevistados. Es una oportunidad de convivir más tiempo con sus hijos. Pero es necesario estar preparado.
Algunos padres homeschoolers se basan en métodos que ya se encuentran establecidos en Estados Unidos o Europa. Otros, como Fernanda, deciden llevar su propia forma de enseñanza o relacionarse con otros papás que hacen lo mismo con sus hijos.
—Hay muchísima información en Internet. Blogs donde hay muchos papás que dan consejos y materiales que recomiendan. También me metí a grupos de Facebook o de WhatsApp—, explica Mónica. 
Cuando ambas familias comenzaron con el homeschooling creían que eran pocas las personas que lo implementaban. Al adentrarse en ese ambiente, se dieron cuenta que en Monterrey hay muchas familias que lo hacen, en Puebla el número es mayor.
—Lo que buscamos es darles herramientas que les sean útiles para desarrollarse y que sean autodidactas. Aunque creíamos que casi nadie trabaja con sus hijos en sus casas, no es así. En Saltillo por lo menos sé de 50 familias—, sostiene Mónica.
explorar las capacidades al máximo
Con el modelo educativo homeschooling, se busca potenciar las capacidades de los menores al máximo, pues como no se usa un rígido programa, esa flexibilidad permite internarse en diferentes actividades.



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